Cosas de casas
ERA UNA CASA antigua y grandota, era la Biblioteca del Barrio. Ella sola sabía mucho mucho sobre cualquier cosa, ya que todos los libros que se habían escrito estaban en su interior.
Los edificios a su alrededor se sentían orgullosos de estar a su lado y la querían y respetaban, porque todo lo que ella tenía se encontraba siempre a disposición de los demás.
Y es que a la Biblioteca le gustaba que aquellos pequeños seres, que se llamaban personas, se pasearan por sus enormes salones, buscando este libro o devolviendo aquel otro.
Ella los veía disfrutar recorriendo las estanterías repletas de libros, para sentarse luego en alguna sala a mirar las palabras, las fotos y los dibujos.
Sobre todo en invierno, cuando hacía tanto frío.
Y es ahí donde comienza esta historia... Porque una tarde de enero después de una fuerte nevada, la Biblioteca estornudó:
-¡ATCHÍSSS...!
No pasó nada, de momento, excepto que algunos libros se cayeron de los estantes y la bibliotecaria tuvo que recogerlos, refunfuñando.
Pero es que después, estornudó dos veces más:
-¡¡ATCHÍSSS...!! ¡¡ATCHÍSSSSSS...!! -y algunas tejas se le cayeron y se estrellaron contra el suelo de la calle...