Jugando a ser animal

 

 

 


 

 

—Fueron dando saltitos hasta el lavabo y se colaron por el desagüe.


—Ahora ya deben estar en el mar —dice muy seria Noelia.


—Con tu tortuga —explica Elia—, porque seguro que se han hecho amigos.


Qué bien se entienden Elia y Noelia, Noelia y Elia.


Es su compañera favorita.


Cuando llegan al cole, tienen que llamar al timbre y el conserje las mira enfadado sujetando la puerta.


La seño, que se llama doña Pepita, también las mira enfadada y la clase se para, hasta que Elia y Noelia se sientan en el mismo pupitre.


Pero la seño las coloca en la última fila, separadas, porque no paran de hablar de las aventuras de la tortuga y los dos peces, que ya deben estar en el océano protegiendo a las ballenas y a los delfines, y persiguiendo piratas.


—¡Ahí va...! —dice Elia, justo cuando doña Pepita está comentando que no deben hablar cuando ella está explicando algo.


—¡Ahí va...! —dice Noelia también, justo cuando la seño le explica a Elia que para hablar en clase, hay que levantar la mano.


—¡¡Es que he cogido la mochila de mi hermano...!! —grita Elia con voz de pito.


—¡¡Mira donde está la tortuga, seño, se me había colado en la cartera...!! —grita Noelia toda entusiasmada.


Y Raúl se levanta, para ver la tortuga, y César le sigue y también Laura, María, Juanan, Almudenita y todos los niños de la clase.


—¡Niños, al sitio...! —ordena doña Pepita, pero nadie la oye.


Gabriel aprovecha y saca su bote, todo lleno de hormigas y se lo enseña a Ignacio, que se rasca una oreja.


Jesús se le acerca y dice todo orgulloso:


—Yo tengo una lagartija.


—A ver, a ver... —dicen Ignacio y Gabriel, estirando el cuello.


Jesús abre el estuche y se le escapa la lagartija, que corre a esconderse entre las patas de los pupitres.


—¡NIIIÑOS...! —grita la seño, que en ese momento se encuentra detrás de Gabriel.


Y Gabriel pega un brinco y se le cae el bote al suelo, que como es de cristal hace ¡¡CRACK...!!, y se rompe en mil pedazos.


Todas las hormigas están ahora correteando por el suelo, buscando comidita para el invierno.


Y a doña Pepita le entran los nervios y se sienta en su silla, con las manos en la cabeza.


Entonces entra en la clase doña Isabel, que es de 2º B y grita más fuerte que doña Pepita.


—¡¡PLAS, PLAS...!! —hace doña Isabel y con sólo dos palmas todos corren a sus sitios.