El tesoro de Caramujo

1. El sueño

 

TODAS LAS TARDES, después del colegio, Raúl Pastor llevaba a sus dos cabras a la ladera del monte. Allí se sentaba sobre la hierba, con Tapón a su lado, y las dejaba pastar tranquilamente.

 

Recordó que el año pasado tanbién tenía una oca, un cerdito y algunas ovejas. Tapón le ayudaba, ladrando y corriendo alrededor del rebaño, para que no se desperdigaran.

 

Con una sonrisa pensó en la oca Lucía, siempre tan despistada. Como Raúl se sentía orgulloso de su rebaño, disfrutaba explicándole los nombres de las cabras y las ovejas.

 

—Esa blanca de allí se llama Julita —Raúl señalaba con el dedo—. Y la marrón con manchitas, se llama Pancracia.

 

La oca decía:

 

—¡CUAA...! ¡CUAA...!

 

—Si ya te lo he dicho, Lucía —repetía Raúl—. La marrón con manchitas.

 

—¡CUAA...! ¡CUAA...!

 

Entonces Raúl se enfadaba y dejaba de hablarle. Aunque a la oca parecía darle igual, porque ella seguía insistiendo:

 

—¡CUAA...! ¡CUAA...! ¡CUAA...!

 

También recordó a Venancio, el cerdito, tan testarudo que siempre quería salirse con la suya.

 

Cuando Raúl le decía:

 

—Mañana iremos al encinar.

 

El cerdito respondía:

 

—¡OINC...! ¡OINC...!