Las extraordinarias aventuras del número 3

 

TODO MARCHABA muy bien en el cuaderno de Matemáticas.

 

El número 1 estaba orgulloso, porque lo habían colocado en una suma al lado del 2 y, como por arte de magia, apareció de repente el número 3.

 

Hay que decir, claro está, que esto sucedió con la ayuda del lápiz.

 

El 3 recorrió con sus pequeños ojillos la página, porque aquello era totalmente nuevo para él. A su lado, también el 4 estaba sorprendidísimo, observando cómo discutían dos números gemelos:

 

—Yo soy el sumando más importante —decía un 2.

 

—El más importante sumando soy yo —afirmaba el otro 2.

 

—De eso nada, porque sin mí no podríamos sumar 2 + 2 , y ese tan feo no existiría.

 

El 4 se puso un poco triste, porque era cierto que sin ellos no estaría ahí. Podía decirse que como esos sumandos le habían creado a él, ahora era el resultado de la suma.

 

—Sólo soy un resultado —dijo el 4 un poco apenado.

Pero el número 3, que era un número muy despierto y había estado escuchando con mucho interés, corrió junto al 4 y le dijo al oído:

 

—Si me coloco a tu lado, también seremos sumandos y formaremos el 7 como resultado de nuestra suma.

 

—¡Es cierto! —reconoció el número 4.

 

Todo esto ocurría, como es natural, en la página de las sumas. El lápiz iba de un lado para otro resolviendo las operaciones, seguido de cerca por una goma de borrar gordita y blanda que no hacía otra cosa que corregirle...